domingo, 29 de diciembre de 2013

Una de paciencia, tres de autocontrol.

A veces, y solo a veces, tengo miedo a caer. Quizás más veces de las que me gustaría. O quizás menos de las que debiera.

No es a las grandes caídas a las que tengo miedo, al fin y al cabo la solución es tan grande y amplia como el problema. Es a los pequeños tropezones, casi siempre de la misma forma, altura, intensidad y motivo, a los que temo. Pequeños tropezones de los que parece fácil levantarse, y, de hecho, lo es, pero que al volverte a caer una y otra vez vas formando una herida cada vez más grande. Hasta que ya es demasiado tarde. Y no nos damos cuenta o, simplemente, no nos queremos dar cuenta. Porque no quiero afrontar el hecho de que me he caído anteriormente mil veces más torpemente, supongo. Porque no quiero mirar la complejidad del problema para no tener que buscar una solución aún más compleja, imagino.

A veces me falta el valor para reconocerme a mí misma, para asumir mis caídas, para evitar mis fracasos, para alejar el miedo a caer porque tengo la fuerza para levantarme las veces que necesite, para sanar la herida cada vez que me caiga para tenerla preparada cuando me vuelva a caer.

Autocontrol. Autocontrol. Paciencia. Autocontrol.



No hay comentarios:

Publicar un comentario