Cuando
el miedo a lo desconocido se hace enemigo del destino. Cuando la suerte que un
día perdiste se vuelve irremediablemente tuya, e incluso te sientes egoísta por
poder permitirte abarcar más de la que necesitas.
Cuando
la tentación se desborda por los vértices y la ilusión no puede esconderse, ya
no hay sitio dentro de tus rincones para ella; necesita salir a gritar las
cuatro palabras que se ha estado callando hasta ahora. No existen diferencias,
no existen retos imposibles, no existen amores reprimidos, ni existen silencios
perdidos. No hay sentimientos hechos para otra persona, no hay tiempo
desperdiciado, ni pensamientos caducados. No hay cabida para otra derrota, ya
no quedan más palabras vacías, aquellas que marcharon para consolar al que las
sigue necesitando.
Cuando
tocas los tejidos con las manos, y lo único que falta es anclar en ellos.
Cuando la ignorancia cambia de disfraz, se vuelve irreconocible para aquello
que ya no conoces, y se abren las puertas para que salga. Siempre quedarán
cicatrices, pero siempre habrá algo que te tape los ojos cada vez que quieras
mirarlas. La necesidad ya no es un hecho, ahora es una leyenda que se hace cada
vez más minúscula porque ya no sabes ni qué espera de ti. La lógica y el
sentido se fueron, ahora solo te dejas llevar por lo nuevo, por lo real, por el
ingenio, por la satisfacción, por los secretos.
Cuando
lees este texto y no le encuentras sentido. Entonces es que has encontrado lo
que buscabas. Es que ya no te queda ningún relevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario